Descripción
Hablar de amor es político. Y cuando se habla de amor también se habla de política. El feminismo es hoy la gran y única revolución, gracias a su autonomía intelectual y cultural. No se trata de esconder el amor, sino de dejar de usarlo en contra de las mujeres. Cambiar la política es cambiar la idea conservadora y nociva del amor. El machismo juzga a las mujeres por amor. Las somete a la violencia por amor. Les quita tiempo y dinero en nombre del amor.
El sistema amoroso y sexual no tolera la potencia del deseo por fuera del monopolio hegemónico masculino. Por eso, la clavada del visto, el sexo carilina (apenas un escalofrío que se limpia tras un estornudo), el desprecio y el desgano son formas de humillación (si bien no equivalentes a la violencia) que generan un dolor y una culpabilización nueva. Se trata de cambiar el amor, no de negarlo. Ni de que nos lo nieguen.
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